Glili
La cultura occidental y, en particular, nuestra sociedad contemporánea, nos presentan al tiempo como un recurso importante en todos los ámbitos de la vida. Suele decirse que el tiempo es oro y que mientras menos tiempo gastemos más podremos producir. Entonces, el ser humano se transforma poco a poco en un ente que no vive en un tiempo y espacio determinados sino que vive para el tiempo, mirando su reloj minuto a minuto y planteándose metas en función del calendario: mientras antes, mejor.
Brújula
No obstante, con esto olvidamos algo fundamental: los ritmos. Cada uno de nosotros posee un ritmo único y particular, tal como la música. Mientras algunos son capaces de ir rápidamente por la vida, otros necesitan de más tiempo para llevar a cabo sus tareas y, al final, los resultados son los mismos.
No se trata de que unos son mejores que otros o que las capacidades sean más depuradas en unos y en otros más toscas. Sólo es un asunto de ritmos y punto (si piensas que aquel que desarrolla sus tareas más apresuradamente que quien demora más es mejor, es porque los esquemas occidentales de los que hablaba al comienzo ya forman parte de tu personalidad)
Independientemente de los ritmos de cada uno, lo que sí debemos priorizar en todo momento es la dirección hacia donde avancemos. Sin importar si lo hacemos rápidamente o tardamos un poco, si avanzamos en la dirección correcta nuestras vidas serán cada día mejores. De esto se trata nuestro paso por el mundo: avanzar continuamente, un paso un día, al siguiente 4 pasos y después un paso solamente.
Da lo mismo cuánto demores, lo importante es llegar. Y los resultados serán siempre de una mejora continua que, finalmente, se proyectará en tu conducta y en quienes te rodean. Pero no olvides avanzar, sin detenerte jamás.
